miércoles, 30 de marzo de 2011

Miguel Angel


Dame un beso -repetiste insistentemente con esa sonrisa pícara. ¡Jamás!, respondí. Estamos celebrando tu primer año de matrimonio, tu mujer está en la mesa y yo, ya te olvidé. ¿Segura? no creo que te resistas a uno de estos, resumiste besándome.

Mi mente y mi sentido común, hicieron que te rechazara y saliera corriendo. Y es que reviviste ese sentimiento que pensé, había muerto. Me pudriste, y en silencio te amo y lo sabes.

Después de ese episodio, me buscaste otra vez. Te encontré a la salida de mi trabajo, te grité que no quería verte, pues, tu esposa te esperaba en casa. -¡No la amo! me gritaste. Estoy deseandote cada día más, no puedo dejarte ir.

Mi corazón se rompió en mil pedazos, mi manera de ser, no contempla el destruir una familia. Elegiste, la elegiste a ella y a mi me desechaste, como una alpargata vieja. Me olvidaste el tiempo que dejamos de vernos y de pronto llegas, y me dices que me amas.

Me tomas del brazo y digo ¡basta!, deja que me vaya y sigue con tu vida, sin mi. Construye un futuro y sigue con tus sueños como los imaginaste, cuando la elegiste a ella. Es verdad que tomamos malas desiciones, pero no se puede si hay otra vida de por medio.

Te miré a los ojos y repetí un "No te amo más" entre lágrimas. Di la vuelta y te dejé solo, parado en una esquina.

Dias mas tarde, fui al cumpleaños de mi mejor amigo, y ahí estabas tú, con ella. Logré excusarme y retirarme de la celebración, acusando un fuerte dolor de cabeza, "el trabajo me carcome la vida" les dije. Me despedí de cada uno de los invitados y tu desapareciste, no estabas. Cuando subí a mi auto, te veo acercarte, por más que traté de huir, no pude arrancar.

Esta vez no te me escapas, dices subiendote a mi auto.

Si no te bajas no arranco, te grité. Nos miramos y entre risas, manejé sin destino, para no levantar sospechas. Unas cuantas cuadras más allá, y en completo silencio, escuché y memoricé, cada palabra que salió de tu boca. Tu arrepentimiento era real, pero ya era demasiado tarde. En ese momento te rogué que no siguieras buscandome, porque me haces daño. Luego de 20 minutos, volví a dejarte a la celebración.

A un mes de verte por última vez, apareciste hoy en mi departamento. Cuando abrí la puerta, me empujaste hacia adentro, cerrando la cerradura con llave. Te advertí que estaban mis compañeras de casa. Prometiste no gritar. Volví a memorizar cada palabra que salió de tu boca, mientras mis amigas revoloteaban por ahí... Después de hablar tanto, debes tener sed, dije. Tu, entre risas, dices que quieres beber agua. Me levanté a la cocina por algo de beber. De pronto entras, me tomas por la cintura, me acorralas contra la muralla, me giras y me besas. Yo, no atiné a hacer nada, solo a resistirme a caer entre tus redes.

Besarte ahogó mis penas, pensé ceder por un minuto. No, dije. Esto no está bien. Tu sigues tocándome, besandome y con tu risa de niño lindo, logras confundirme. Te besé, te sentí, te olí, como jamás lo había hecho. El deseo se apoderó de nuestros cuerpos, pero el miedo a hacer lo equivocado, me desesperó. ¡No me toques, ándate! grité. Mis compañeras de cuarto, corrieron a ver que sucedía. ¡Que se vaya, que se vaya! grité.

Mientras te sacaban, entre sollozos gritaste: "la dejé, no resultó, no la quiero, ni ella a mi".

¡Ándate!, volví a gritar. Y te marchaste...

Estoy presa dentro de un amor tormentoso, donde no puedo estar con mi hombre, porque mis valores no me lo permiten.

Supe que sigues con ella, que casi no la ves porque se fue a otro país a estudiar. Pero se que te sigue amando, que te busca y quiere volver contigo. Te ama y no quiero que sufra, porque ella no tiene la culpa del error que cometió un hombre que se casó con ella, amando a otra. Yo, sobrevivo con mi tristeza, entre 4 paredes. Sola, avandonada al dolor por pensar en el resto, por tener valores sólidos y no poder quedarme con mi amor.

Tú, me sigues llamando, sigues apareciendo en mi hogar. Dices que me amas... pero no puedo olvidar, que elegiste a alguien más antes que a mi.

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