Contar mis problemas, lo que me aflije, siempre ha sido tormentoso para mi. Soy reservada. Muy Reservada. Patológicamente Reservada. Hay cosas más interesantes de que conversar, y entre ellas no está el comentar de mi vida, ni mis estados de ánimo. Mi vida no es entretenida, ni divertida.
Me molesta que me pregunten sobre mi. ¿Acaso importa como estoy? Soy la milesima de una milesima, de una milesima, de una milesima... parte de un montón de vidas sin sentido. ¿Para qué saber más? Me revienta que se especule, se comente sin saber. Pero aún así, no tengo porque revelar mi vida, ni explicar mis actos.
La invasión me perturba, me hiere, me inhabilita.
No se preocupen por mi, no hablen de mi, estoy bien en mi mierda, puedo respirar en mi vómito, puedo sobrevivir al resentimiento y al sentimiento de tener una vida sin sentido.